Los recientes ataques de alto perfil –un tiroteo masivo en una celebración de Hanukkah en Sydney, Australia, y un ataque contra soldados estadounidenses en Siria– están planteando preguntas urgentes sobre el resurgimiento del Estado Islámico (ISIS). Si bien el grupo ya no controla vastas extensiones de territorio, la evidencia sugiere que sigue siendo una fuerza potente, capaz de dirigir o permitir ataques en Occidente y ampliar su alcance en regiones inestables.
El ataque de Sydney: algo más que “motivación”
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, reconoció que el tiroteo en Sydney estuvo “motivado por la ideología del Estado Islámico”, pero los expertos sugieren que la conexión es mucho más profunda. Según los informes, los atacantes, un dúo de padre e hijo, recibieron entrenamiento militar en Filipinas, un área con una filial activa de ISIS. El analista antiterrorista Colin Clarke, del Centro Soufan, sostiene que esto indica un ataque “dirigido” o “permitido”, no simplemente una radicalización espontánea.
El momento es crítico: este ataque ocurrió junto con otro ataque afiliado a ISIS contra las fuerzas estadounidenses en Siria, las primeras bajas estadounidenses en el país en un año. El patrón se hace eco de los ataques “verdes contra azules” en Afganistán, donde fuerzas asociadas se volvieron contra las tropas occidentales, una táctica que aceleró la retirada de Estados Unidos.
ISIS: disminuido, pero no derrotado
ISIS ha experimentado cambios significativos desde su punto máximo alrededor de 2014-2015, cuando controlaba un territorio equivalente a Gran Bretaña. El “califato” territorial ha sido eliminado y sus filas se han reducido a unos 3.000 combatientes. Sin embargo, el grupo nunca desapareció del todo.
- Los ataques inspirados por ISIS, aunque ahora eclipsados por el extremismo de otras ideologías en Estados Unidos y Europa, continúan ocurriendo.
- El grupo mantiene una fuerte presencia en zonas de conflicto como Siria, donde el número de ataques está aumentando después de Assad.
- Lo más alarmante es que ISIS se está expandiendo rápidamente en África, con importantes afiliados en la región del Sahel, la República Democrática del Congo y Somalia.
Se cree que el actual líder del grupo, Abu Hafs al-Hashimi al-Quraishi, tiene su base en Somalia, lo que indica un posible cambio en el enfoque operativo. A pesar de su estado fracturado, los expertos sugieren que ISIS mantiene una coordinación centralizada entre sus afiliados en África, Asia y Medio Oriente.
El canal de radicalización en línea
ISIS aprovecha las redes sociales para reclutar y radicalizar nuevos miembros, explotando agravios globales como el conflicto entre Israel y Gaza. Muchos ataques en Europa parecen ser llevados a cabo por “lobos solitarios” radicalizados en línea, guiados por “ciberentrenadores” que brindan apoyo logístico a distancia. Esto hace que el reclutamiento sea más barato y menos riesgoso que los campos de entrenamiento tradicionales.
El caso de Sydney pone de relieve esta tendencia: los sospechosos adquirieron armas de fuego legalmente y viajaron a una región activa de ISIS a pesar de investigaciones previas. Esto plantea dudas sobre las lagunas de inteligencia y los posibles fallos en el seguimiento de amenazas conocidas.
El cambio en las prioridades de Estados Unidos y el riesgo de un nuevo compromiso
La política exterior de Estados Unidos se ha alejado gradualmente del contraterrorismo hacia la “competencia de grandes potencias” con China y Rusia, así como hacia cuestiones internas como los narcóticos y la migración. La última Estrategia de Seguridad Nacional ni siquiera menciona a ISIS, advirtiendo contra la ampliación excesiva de recursos en lo que considera un “área de menor importancia”.
Sin embargo, Estados Unidos ha aumentado silenciosamente los ataques aéreos en Somalia contra ISIS, lo que sugiere un compromiso continuo, aunque de menor perfil. Las administraciones de Biden y Trump han manifestado su voluntad de retirarse de Siria, una medida que ISIS podría aprovechar para recuperar terreno.
Si se intensifican los ataques contra tropas o civiles occidentales, Estados Unidos podría verse obligado a volver a adoptar una postura antiterrorista más agresiva. La situación es volátil y el reciente aumento de la actividad de ISIS sugiere que la amenaza está lejos de estar contenida.
El resurgimiento de ISIS no es sólo una cuestión regional; representa un fracaso más amplio a la hora de abordar las condiciones subyacentes que alimentan el extremismo. La capacidad del grupo para adaptarse, explotar la inestabilidad y aprovechar la radicalización en línea significa que los gobiernos occidentales deben reevaluar sus estrategias antiterroristas antes de que la amenaza se salga de control.






























