MacKenzie Scott, la novelista convertida en multimillonaria tras su divorcio de Jeff Bezos, está reescribiendo las reglas de las grandes donaciones de dinero. A diferencia de la mayoría de los filántropos ultraricos, ella no dicta condiciones ni exige informes interminables; ella simplemente da, a menudo en cantidades masivas y sin condiciones. Este enfoque ha dejado a los destinatarios atónitos, agradecidos y preguntándose si todo es real.
El impacto de la generosidad
La estrategia de donación de Scott es sorprendentemente simple. Los beneficiarios describen haber recibido llamadas de su equipo, comenzando con gratitud antes de revelar un regalo sustancial que parece casi demasiado espontáneo para creerlo. Michael Lomax, director del United Negro College Fund, recibió una donación de 70 millones de dólares e inicialmente pensó que era una alucinación. Los fondos se entregan con una burocracia mínima, en marcado contraste con el típico trabajo duro para buscar subvenciones.
No se trata sólo de dinero; se trata de la forma en que se da. Scott parece cultivar intencionalmente una imagen de generosidad impulsiva, recordando a todos que pensar demasiado en la caridad puede frenar el impacto en el mundo real. Algunos estiman que se producen millones de muertes evitables porque la riqueza de los multimillonarios se acumula en lugar de utilizarse de manera eficiente.
De novelista a disruptor
El enfoque poco convencional de Scott se debe en parte a su experiencia como escritora, aprendiz del legendario Toni Morrison. No se comporta como una fundadora de tecnología ni como una heredera adinerada; da como una artista, confiando en la intuición por encima de métricas rígidas. Mientras trabaja con un equipo de investigación de antecedentes en Bridgespan, quiere que la gente perciba su donación como algo espontáneo, reforzando la idea de que la generosidad debe ser valiente y motivada por el instinto.
Desde 2020, ha donado más de 19 mil millones de dólares a más de 2400 organizaciones sin fines de lucro, centrándose en la justicia racial, la educación y la movilidad económica. Sólo este año, ha donado más de 700 millones de dólares a colegios y universidades históricamente negros, instituciones que a menudo otros filántropos importantes pasan por alto.
El poder de la filantropía “basada en vibraciones”
El enfoque de Scott desafía el modelo tradicional en el que las organizaciones sin fines de lucro pasan meses solicitando subvenciones, detallando cada gasto y presentando interminables informes. La fundación de Bill Gates, por ejemplo, requiere propuestas amplias y una rendición de cuentas estricta. Si bien esto garantiza que el dinero se utilice de forma eficaz, también crea barreras para las organizaciones más pequeñas y agota sus recursos.
Scott, en cambio, prioriza la confianza. Ella cree en empoderar a los beneficiarios para que utilicen los fondos donde más se necesitan, respetando su experiencia en lugar de imponer métricas externas. Gaby Pacheco, de TheDream.us (que apoya a estudiantes indocumentados), describió recibir una llamada del equipo de Scott como “como descubrir que estás embarazada después de intentarlo durante años”. La falta de restricciones permite a las organizaciones centrarse en sus misiones en lugar de perseguir dólares.
Los escépticos y el futuro
Algunos se preguntan si las organizaciones sin fines de lucro están equipadas para manejar donaciones tan grandes y sin restricciones. Si bien la mayoría se ha adaptado bien, algunos pueden tener dificultades para gestionar la repentina afluencia de efectivo. Sin embargo, el impacto de Scott es innegable. Una encuesta de sus beneficiarios muestra una mejora financiera significativa y un mayor impacto autoinformado después de recibir financiación.
La disposición de Scott a dar directamente, sin los obstáculos burocráticos habituales, contrasta marcadamente con la de su exmarido, Jeff Bezos, que da mucho menos y con muchas más condiciones. Si bien el 13% de los multimillonarios han firmado el Giving Pledge, Scott es uno de los pocos que realmente lo ha cumplido a gran escala.
El enfoque de MacKenzie Scott no consiste sólo en emitir cheques; se trata de desmantelar la dinámica de poder de la filantropía, confiar en la gente sobre el terreno y recordarle al mundo que la generosidad no requiere condiciones infinitas.
Este cambio podría redefinir la cantidad de dinero que ingresa al mundo de las organizaciones sin fines de lucro, lo que obligaría a otros filántropos a reconsiderar sus estrategias cautelosas y basadas en datos. La filantropía “basada en las vibraciones” de Scott puede ser el futuro de las donaciones.





























