La búsqueda de un acuerdo de paz en Ucrania está estancada, no por la falta de propuestas, sino por las inflexibles exigencias de Vladimir Putin. Las negociaciones iniciales, que comenzaron con un plan de 28 puntos, se han revisado a 19 puntos en un intento de encontrar puntos en común. Sin embargo, la cuestión central sigue siendo: Putin parece no estar dispuesto a ceder en objetivos fundamentales.
El panorama cambiante de las negociaciones
Los esfuerzos del presidente Trump por negociar un acuerdo han encontrado resistencia de ambas partes. Inicialmente, Ucrania consideró que un plan muy favorecido por Rusia era “uno de los momentos más difíciles de nuestra historia”, pero desde entonces ha señalado la aceptación de los términos revisados, incluidas garantías de seguridad más sólidas. Sin embargo, el Kremlin ha emitido una severa advertencia: cualquier desviación del entendimiento alcanzado con Trump en agosto –que incluía que Ucrania cediera el control de la región de Donbas– hará que la situación sea “fundamentalmente diferente”.
Esta dinámica refleja una tendencia más amplia. Estados Unidos puede ejercer influencia sobre Ucrania a través de la ayuda militar, empujando a Zelenskyy a participar a pesar de los cambios en las posturas estadounidenses. Pero Putin opera con un cálculo diferente. Tiene poca necesidad de presión externa y está preparado para continuar el conflicto indefinidamente.
Por qué Putin no se detendrá
La cuestión central es si Putin aceptará algún acuerdo de paz. La respuesta, según funcionarios ucranianos, es un rotundo no. El ex Ministro de Asuntos Exteriores Dmytro Kuleba afirmó sin rodeos que una paz duradera entre Rusia y Ucrania es imposible mientras Putin permanezca en el poder. Incluso un alto el fuego, desde este punto de vista, es simplemente una pausa temporal antes de una nueva agresión.
El plan original de 28 puntos, aunque percibido como una lista de deseos del Kremlin, todavía incluía concesiones que Putin podría haber aceptado a regañadientes: Ucrania mantendría un ejército sustancial, Rusia renunciaría al control de ciertas regiones ocupadas y sólo reconocimiento de facto de los territorios anexados. Es incluso menos probable que el nuevo acuerdo, más favorable para Ucrania, lo satisfaga.
La visión a largo plazo de Putin no es simplemente ganancias territoriales. Considera que una Ucrania independiente es una amenaza existencial para el futuro de Rusia. Considera el conflicto como una lucha generacional, no como una crisis con solución rápida.
El estancamiento sobre el terreno
A pesar de los lentos pero constantes avances rusos, la guerra sigue estancada. Rusia ha capturado un 1% adicional del territorio ucraniano en 2025, pero a un costo asombroso: unas 200.000 víctimas. Al ritmo actual, conquistar la región restante de Donbás llevará al menos hasta agosto de 2027.
Sin embargo, Putin cree que está ganando. Está dispuesto a aceptar un proceso lento, siempre y cuando avance hacia su objetivo final. Esta desconexión en los cronogramas es crítica. Mientras Washington opera en ciclos políticos de corto plazo, Putin piensa en siglos.
El impasse y el futuro
No se vislumbra un punto de inflexión inmediato. Rusia podría apoderarse del Donbás restante, o Zelenskyy podría ser destituido del poder, pero ninguna de las dos opciones garantiza una resolución decisiva. La guerra puede prolongarse hasta que Putin deje el cargo, lo que, según las leyes actuales, no será hasta 2036.
El régimen parece estable a pesar de las presiones internas, y las esperanzas de su colapso no son una estrategia viable. La voluntad de Putin de sacrificar la sangre y el tesoro rusos indefinidamente significa que ni siquiera Trump podrá obligarlo a llegar a un acuerdo.
La realidad es sombría: mientras Putin permanezca en el poder, una paz duradera en Ucrania es muy improbable. Es probable que el conflicto continúe como una lucha de civilización, sin un final a la vista.






























